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Llegó el robot que prepara quimioterapias en cinco minutos

Apoteca Chemo es un brazo robótico que puede preparar una dosis de quimioterapia en solo cinco minutos. Su extrema precisión, programada previamente en un software, le permite no equivocarse. Y si llegara a errar, jamás permitiría que los humanos se contaminaran con cualquiera de las drogas que administra diariamente en el subterráneo de la Fundación Arturo López Pérez (Falp).

El robot está instalado al interior de una sala rectangular. Cuenta Salinas que allí la calidad del aire es de ultra pureza. “Por ejemplo, si afuera hay un millón de partículas por centímetro cuadrado de aire, acá adentro, donde está el robot, hay 0,00000 y algo”, menciona.

Para lograr esa purificación, dice Salinas, la sala cuenta con un sistema de climatización externa y con un microfiltrado de aire que está en el techo. “El aire pasa y se filtra muchas veces hasta que llega a la sala. En el cubículo, donde está encerrado el robot, también se vuelve a filtrar el aire. Esta instalación asegura una preparación estéril. La quimioterapia pasa por la sangre del paciente y por eso no puede estar contaminado el tratamiento”, explica.

Preparación de la dosis
La quimioterapia que debe preparar el robot, explica Salinas, la programa un químico farmacéutico en un software. Ese químico está fuera del laboratorio, en una sala contigua. Al interior, junto al cubículo del robot, un técnico paramédico en farmacia se encarga de entregarle al robot los materiales para preparar la dosis de un determinado paciente.

En algo parecido a un carrusel, el técnico deposita los siguientes elementos: una jeringa, una bolsa de suero fisiológico y un frasco con la droga. Luego, el técnico cierra la compuerta y deja a la máquina hacer su tarea.

Lo primero que toma el robot es el suero fisiológico. Lo mira a través de una cámara con inteligencia artificial, que le permite corroborar si el suero corresponde o no a lo que le programaron en el software. Sí equivale, continúa con las siguientes tareas. En caso contrario, emite una alerta y no continúa hasta que la información sea verificada por un humano.

El suero fisiológico, explica Salinas, se utiliza para diluir las drogas. “Con eso disminuyes la toxicidad. Si las inyectas directamente en un paciente, puede generar efectos adversos como vómitos y otros”, asegura.

La siguiente etapa consiste en pesar los elementos. Tanto la droga como el suero fisiológico. Luego, el robot toma una jeringa y extrae la cantidad de droga que le especificaron por medio del software. Inyecta la droga a través de un catéter de la bolsa de suero y vuelve a pesar los materiales. “Eso lo hace para comprobar que las medidas sean exactas. Los mismos miligramos de droga que le inyectó al suero son los que deben faltar en el frasco”, destaca Salinas.

Cuando la bolsa de suero tiene la droga en su interior, explica Salinas, el robot la deposita en el carrusel y queda lista para ser empacada y almacenada para su utilización en pacientes. Todo el proceso, no demora más de cinco minutos.

“El técnico paramédico de farmacia saca el suero del carrusel y le pega un código de barras, que posteriormente es verificado por el químico farmacéutico”, asegura la subgerente de Servicios Farmacológicos de Falp.

Disminución de riesgos

Fluorouracilo y Cisplatino para el cáncer de colon; Paclitaxel, para el de mama; Gemcitabina, para el de pulmón; son todas drogas utilizadas en quimioterapias endovenosas.

“Para prepararlas necesitas proteger a los trabajadores, ya que tienen un mecanismo que mata las células tumorales. Y si una persona sana se expone a los medicamentes, puede matar células sanas. Eso genera un riesgo ocupacional a corto o largo plazo”, dice.

Los trabajadores que elaboran las dosis de quimioterapia, asegura Salinas, deben seguir un estricto protocolo de 15 pasos. El robot, destaca, permite disminuir los riesgos de manipular drogas citotóxicas, que son las que actúan en las células de las personas.

“Otra ventaja del robot es que puedes mantenerlo trabajando día y noche. Por el riesgo ocupacional, es imposible tener a una persona durante toda una jornada laboral preparando quimioterapias. Además, son pocos los profesionales capacitados en esta área. En Falp, por ejemplo, elaboramos quimioterapias para otros hospitales que las requieren”, explica.

Apoteca Chemo, aclara Salinas, es una ayuda, no un reemplazo de los profesionales. “Por ningún motivo vamos a reemplazar a los profesionales, pero esto nos permitirá asignarlos a sectores en los que faltan químicos y técnicos, entre ellos, el área de entrega informada de medicamentos al paciente. En dos años esperamos que las dosis las hagan en un 80% el robot y en un 20% los trabajadores”, finaliza.

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